martes, 5 de febrero de 2013

CONVIVENCIA ESCOLAR


El portón de la escuela se abre y los jóvenes comienzan a entrar. Es temprano aún, la mañana es fresca y se respira aire húmedo. El coordinador de convivencia situado en un punto estratégico, observa el paso lento y decidido de los estudiantes. Responde los buenos días que muchos estudiantes le dicen.
– No se amontonen, que después no los observo bien a todos, exclama con voz fuerte.  A su lado izquierdo va ubicando los estudiantes que no portan el uniforme de manera correcta, separándolos del grupo que se dirige a su salón de clases. A ellos les toca esperar. Una vez se cierre el portón, serán anotados en el “libro de registro de estudiantes que no portan el uniforme correcto”. 
- Mírese en el espejo imaginario que está allí, para ver si cumple con el perfil del uniforme, le dice a una joven que trae unos zapatos tenis morados y a un joven que tiene un corte de pelo moderno con una abundante y larga cola.
Ahora el portón está cerrado, ya sonó el timbre que indica la iniciación de las clases, los estudiantes están en su salón, acompañados del docente de primera hora, pero el grupo separado  aún permanece allí, a la entrada, esperando las indicaciones del coordinador y ser anotados.  – Profe, yo aprendo con el pelo largo o corto, dice el estudiante de la larga cola, dirigiéndose al coordinador. - El pelo no determina el aprendizaje, argumenta.
- A la escuela no solo se viene a aprender matemáticas, sociales o lenguaje, contesta el coordinador.  - También se viene a aprender normas y fortalecer valores, recalcó. Se puede aprender matemática con el pelo largo o corto, con zapatos o sin ellos, pero, si con anterioridad se ha consensuado y fijado que se debe venir a clases con el pelo corto y con una vestimenta específica, quien no lo haga así está incumpliendo la regla establecida. Por tanto no está mostrando aprendizaje en esta área.   

La convivencia escolar genera aprendizajes, que se ven materializados en  distintos espacios formativos: Aulas de clases, recreos, actos en comunidad, salidas de campo, entre otros y espacios de participación tales como Consejo de Estudiantes, Consejo Académico, Consejo Directivo, Escuela de Padres, Consejo de Profesores.

La convivencia escolar debe desarrollar en las personas la capacidad de convivir e interactuar con los demás en un marco de respeto mutuo y de solidaridad recíproca, acatando y cumpliendo con normas previamente consensuadas, que le permitan actuar como seres autónomos, capaces de tomar decisiones personales, con carácter preventivo, es decir anticipándose a las consecuencias que sus actos le generarían, lo que comúnmente se conoce como “pensar antes de actuar”.

Se infiere entonces que para tener una buena convivencia, escolar y social, se debe cumplir con tres postulados básicos: 1) Reconocer que existen autoridades y estas se respetan. 2) Acatar normas y cumplir con deberes y 3) Hacer  valer sus derechos. Existen autoridades en casa, el papá, la mamá, el  abuelo, entre otros. En el colegio, los docentes, los coordinadores, el rector. En la calle, el policía, el soldado, el sacerdote, el alcalde. El cumplimiento de normas y deberes, facilita la interacción con las demás personas y ayuda a vivir en paz y armonía con los semejantes, soportados en el respeto mutuo y el reconocimiento de límites de donde llegan mis derechos y comienzan los de los demás.

Podría pensarse que los dos primeros postulados, apuntan a formar personas sumisas, que hacen todo lo que se les ordena, pero no, el equilibrio se logra con el tercero. Se tienen entonces personas que son capaces de reconocer que tienen unos deberes que cumplir para poder exigir unos derechos. Se puede estar en desacuerdo con la autoridad y la inconformidad se manifiesta con el debido respeto, con altura y con un dialogo asertivo. No se olvide que las relaciones están soportadas en el respeto mutuo, la autoridad también debe respetar al otro.